Durante una época de mi vida, los lunes me resultaban terribles. “¡Qué pereza empezar la semana!”, me quejaba para mis adentros cuando sonaba el despertador.
Años más tarde, pasé a la fase de agradecimiento por tener la oportunidad de despertarme una mañana más. Creo que ese cambio se produjo durante la enfermedad de cáncer de mi madre. Cada día que pasaba suponía dar una oportunidad a la esperanza y también la ilusión de poder hablar con ella, ver sus ojos, tocar su mano… tenerla aquí con nosotros.
El valor de la vida y del amor
Desde entonces, cada día de la semana tiene un valor incalculable para mí porque además, como decía mi madre, yo “soy un privilegiado de la vida” y no puedo quejarme de lo que no tengo, porque tengo todo lo necesario.
He sabido del fallecimiento de Xana, la hija de nueve años de Luis Enrique, un grandísimo jugador de fútbol y entrenador de la selección española.
He acompañado a muchos enfermos y familiares a sobrellevar la enfermedad. Reconozco que en el caso de los niños… me rompo.
Hoy solo mi recuerdo y abrazo cariñoso para todos los padres y familiares que han perdido a alguno de sus pequeños amados.
Nadie como ellos conoce el valor incalculable de la vida y del Amor.
Un abrazo para todos.