Anoche perpetré con nocturnidad y alevosía, un desastroso partidito de padle mixto con mi mujer y matrimonio amigo. Llevaba muchos meses sin visitar una pista. Como no podía ser de otra manera, jugué tan requetefatal, que no tuve la vergüenza torera de echar la culpa a la pala, la luz, el viento o a mi compañera. Sin embargo, me divertí desde el minuto número uno. Mi amigo y rival en la cancha, un empresario espectacular y persona extraordinaria (lo es de verdad), nos confesaba tronchado de la risa y con su mirada clavada en sus pies, que se había traído puestos los zapatos de golf por error desde casa, (al parecer, se los puso mientras negociaba por teléfono un asunto de trabajo). Y de esta guisa jugó un gran partido, con las consiguientes carcajadas de todos, cada vez que tenía que despegarse del suelo para dar un paso y alcanzar la pelota. Esta anécdota, me evocó la idea de la importancia que tiene en la vida saber adaptarse en todo momento a las circunstancias.
Hoy he comprendido también, que no es casualidad el éxito profesional y personal de mi amigo. El sabe adaptarse como nadie a la adversidad. Y lo mejor de todo, siempre lo sabe hacer con inteligencia y un maravilloso y contagioso sentido del humor.