Os quiero compartir algo de mí, (quizás frivolidad e intimidad) seguro que para presumir y dejar testigos (los poetas respecto de nuestras aventuras carecemos de pudor, las explotamos) Cuando era niño me apasionaban las películas del Oeste (de vaqueros, decíamos). Siempre las veía con mi padre. Era el planazo. El mundo se detenía sólo para los dos. Aún siento la calidez de su mano cuando tomaba la mía con cariño y no se saltaba hasta el final. Me sentía el más querido de la Tierra. Pienso que mi interés por los caballos nació con el amor que había en el gesto de mi padre. Nunca monté, hasta la edad adulta (y fue en un paseo muy breve) Mi hija mayor, sin embargo, es una gran jinete.
¿Por qué no montas papá?- me preguntó el otro día, sin avisar.
Y me hice silencio. No supe qué responder. Al rato, le prometí que el sábado lo haría. Y llegó el día. Me entusiasmó. Mi sueño de niño, ahora por fin se cumplía. -GRACIAS hija-. Recordé lo importante que ha sido en mi vida vencer los miedos y la pereza. También, que no querría perder nunca, el amor por el aprendizaje y el deseo de querer transformar mis sueños en realidad. Mi profe, que es un provocador, me retó a saltar. Y salté porque soy de Bilbao . Ojalá os resulte de utilidad esta anécdota de mi vida.