Lo he contado en varias ocasiones, aunque tiene sentido recordar la anécdota, un día como hoy.
El día antes a mi boda, alguien me hizo el mejor regalo de mi vida. Esa persona se llamaba Marisa y era mi madre.
Me regaló un beso y un sobre. En su interior, había una nota sencilla y entrañable, que en esencia decía:
«Querido hijo, desde la experiencia de vida con tu padre, durante todos estos años de felicidad, solo te puedo dar un consejo – piensa en dar que ya recibirás-, un beso mamá».
Esa frase maravillosa, ha viajado siempre conmigo y su sentido ha ido ampliándose con el tiempo.
Siempre me sirvió para poner en el centro de mi vida, a mi pareja. (aunque a veces me olvido de hacerlo ?) y así he sido muy feliz.
Aunque reconozco, que yo recibo de la madre de nuestras 3 hijas, más de lo que ella obtiene de mí. Mi mujer, es generosa por naturaleza.
Más tarde, comprendí la grandeza de aquel mensaje de mi madre. Me animaba a pararme en la vida y ante todas las personas, en actitud de Servicio.
Creo que abrazar esta forma de vivir, representa una de las claves, para crecer como ser humano.
Es entender que, todos somos uno, y que sirviendo a los demás, me enriquezco. Es alimentar el alma propia, alimentando otras almas.
Un abrazo grande a todas las madres.