Mi padre ha cumplido 74 años.
Después de hablar con él por teléfono, nos hemos despedido.
Luego, confieso que he llorado como un niño.
Me he escondido en el cuarto de baño, de la mirada de mis hijas y mi mujer (aunque me han visto llorar varias veces)
Llevo demasiadas semanas aguantando el tipo, sin darme permiso para aceptar que estoy preocupado. Fundamentalmente, porque estoy lejos de él.
Le he sentido sólido, aunque triste, Me ha contado al oído, que han muerto varios de sus amigos, por el coronavirus. Y tiene a un íntimo, en la UCI, muy grave.
Mi padre es muy grande. Me ha hablado de “El Decamerón” y su vigencia. También de una carta preciosa que nos ha escrito y enviado a sus 5 hijos.
Toda una declaración de amor y gratitud, que muestra, como dice él mismo:
“De qué está hecho el tejido de mi recuerdo en estos días de aislamiento, que no de soledad”.
Y me he emocionado…desde el principio hasta el fin:
“Que Dios os bendiga a todos. Os quiero mucho”, dice.
Y luego ha enviado un poema suyo memorable porque canta a la esperanza, aunque “en la niebla de un tiempo sin abrazos, no te pude decir lo que te amo”.
Me da mucha pena estar lejos y no poder abrazarle y soplar las velas con él.
“Papá, que lo sepa el mundo entero:
Yo también te quiero”