Reflexiones sobre la Envidia
En mi paseo matutino de hoy estoy en tierras alavesas, rodeado de playas de cereal, ¡qué maravilla!
Hoy os quería hablar de la envidia. Quería hacerlo porque es un sentimiento, a mi juicio, de los más dañinos que puede experimentar una persona. Provoca una angustia insalvable. En el psicoanálisis es considerado como el factor más importante para socavar los sentimientos de ternura, de amor, de cariño. Es un sentimiento terrible. A mí siempre me ha ocupado mucho y he querido investigar, saber más de él para saber lo que siente una persona envidiosa.
Al aterrizar de EEUU en España que, por cierto dicen que si no fuera por la envidia sería un país envidiable, tuve ocasión de hablar con un amigo y me compartía que había sido testigo de una crítica feroz hacia una persona que no estaba presente. Esta persona es treméndamente exitosa en lo personal y en lo profesional. Un grupo de personas, al parecer, se dedicaron a calumniarle y a tratar de desmerecer todo lo que esta persona, a la que yo conozco muy bien, ha logrado en su vida.
Al comentarlo, coincidíamos en que no es más que el fruto de la envidia que, por cierto, también cuando uno va bajando de tamaño de ciudad la envidia suele ir a más. Como se suele decir: «pueblo pequeño, infierno grande».
La Envidia de Encomio
Hace tiempo Roberto e Inocencio, su psiquiatra extraordinario, hablaban de la envidia de encomio. Y ¿Qué es eso? Es lo que decimos la envidia buena. Es algo que desde niño uno tiene para provocar los aprendizajes necesarios, para alcanzar aquello que no tienen o que tienen los adultos, que tienen sus hermanos, que tienen sus padres, etc.
Sin embargo, en edades de madurez hay varios tipos de envía: hay gente que está más en desear cosas que no tiene y otros que lo que desean es que el otro no sea feliz porque eso les recuerda su propia infelicidad ya que “yo no tengo algo que él tiene”. Y, también, están los super envidiosos que les pasan ambas dos: ni tienen lo que desean en cuanto a lo material, ni en cuanto a otro tipo de sentimientos como pueden ser de felicidad, alegría o incluso amor.
Es un sentimiento, a mi juicio, catastrófico.
Yo desde niño reconozco que he sido educado en el amor. En mi casa siempre se nos se nos habló del éxito de los demás en la vida, de las cosas buenas que les pasan a los demás, siempre como con una alegría y con un recuerdo que se compartía desde una visión de absoluto afecto. Ser capaz de pensar “qué maravilla esta persona que ha logrado esto”.
Compartir este sentimiento de alegría por el prójimo cuando es alguien cercano, un familiar, un amigo, debe ser aún más afectivo.
El budismo y la contribución a la felicidad de los demás
Fijaros en el propio en el budismo se habla un poco de que la misión del ser humano es contribuir a la felicidad de los demás. Yo creo que esa es la gran clave para combatir el sentimiento de envidia que es fatal. Entrenarse en el amor a los demás, en el amor al prójimo. Esto puede sonar muy espiritual, pero creo que es la única clave para las personas que sufren de envidia.
Espero que disfrutéis mucho de este día maravilloso.