El peor castigo

El peor castigo

Pensaba en las decepciones de la vida…Y que cuando era adolescente y cometía algún error propio de la edad, mi padre no me regañaba. Ese era el peor castigo.

Sentía en su mirada baja, todo el peso de su desengaño. Llegaba la hora de la comida y sentado frente a mí, yo observaba como hundía su decepción en cada sorbo de agua que tomaba.

Creo que él no quería estar enfadado pero tampoco consideraba que era conveniente para mi educación, hacer concesiones de mucho afecto, como si nada pasaba.

Yo buscaba su perdón queriendo tropezar mis ojos con los suyos, pero nada. Me daba esquinazo durante varios días.

Ahora como padre, tiro mucho de esos recuerdos de cuando era hijo. Y lo hago para mostrarme ante los errores de mis hijas de una manera que entienda contribuya a educarles de la mejor manera. Me resulta muy complicado, así que suelo optar de manera involuntaria por una especie de decepción silenciosa que cambia de intensidad en función de la intensidad del error. Seguramente una decepción parecida a la que sentía mi padre. Quizás la justa y necesaria.

Y en otro orden de cosas, que diría un profesor que tuve, os cuento que ayer me hizo mucha ilusión, una petición de mi hija mayor.

Iba a subirse a un autobús para regresar a la Universidad (6 horas de viaje ?) y antes verbalizó la ensoñación de zamparse un bocata de filete empanado, typical spanish ?,

Y por supuesto su padre que es fan de la comida sencilla y española, lo preparó untado el pan con un poco de tomate casero y con todo el cariño del mundo.

La vida sigue…

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