Los hijos son nuestros mejores MAESTROS

Los hijos son nuestros mejores maestros - Ignacio Isusi

Son los hijos los que nos enseñan que la vida merece mucho la pena cuando aprendemos a valorar lo verdaderamente importante de ella.

En este paseo matutino, me acompaña de nuevo, Nicolás Vallejo-Nágera (Colate). Es un buen momento para apoyar a un amigo que tras el accidente del jueves en el programa Supervivientes necesita todo nuestro apoyo. En nuestro recorrido que lo hicimos antes de la entrada al programa, nos habla como buen “padrazo” orgulloso de su familia, de lo importante que es su hijo para seguir creciendo en la vida.

También de generosidad, esfuerzo, gratitud y de lo que disfruta junto a él y aprende a su lado. Para ello, nos comparte con sencillez una historia cotidiana de su vida, relacionada con un deporte que practica su hijo Nicolás: el noble arte marcial llamado Karate.

Disfruta de nuestro paseo.

Ignacio Isusi: Buenos días. Hoy estoy otra vez con Nicolás. Veníamos hablando en este paseo matutino que solemos hacer todos los viernes de una anécdota que creo que tienes que contar.

Colate: Ese día, mi hijo tenía un examen para subir de nivel dentro del kárate. Como le apunté tarde, era el penúltimo. En la última prueba tenían tres vidas cada uno y tenían que partir una barra. Dan una vuelta entera y de una patada tienen que partir una tabla.

Una segunda oportunidad

Cuando iban más o menos por la mitad, todos lo iban haciendo más o menos bien, pero llegó un niño que gastó las tres vidas y no partió la tabla. Entonces, el profesor preguntó si había alguien que quería darle una de sus vidas al chico para darle una oportunidad. Y, entonces, mi hijo levantó la mano y le dijo que le daba una vida.

Fíjate que incluso preguntó a otros antes que dijeron que no. A mí, eso me llamó la atención, pero mi hijo dijo que sí. Preguntaron: ¿Quién tiene vidas? Y preguntaron quien quería darle la vida. Y, el único que mantuvo la mano levantada fue mi hijo.

Entonces le dio la vida y el chico tuvo otra oportunidad y en su oportunidad rompió la tabla. Se emocionaron todos. Le dio las gracias a mi hijo. Sin embargo, luego le tocó el turno a él. Estaba nervioso. Era penúltimo y se lo toma todo súper en serio. Tiene 7 años.

Llegó su turno y tenía dos vidas. Hace los dos intentos y, aunque hizo muy bien la vuelta y la patada, no le pegó bien a la tabla y no la partió.  Si ves la cara que puso el pobre, … En ese momento, el profesor preguntó al único que quedaba que además era uno es un chico que se veía que era de otro nivel. Mucho más alto. Un niño mayor y con un cinturón casi negro. A la pregunta del profesor, le contestó que sí, que le daría una de sus vidas.

En esa nueva oportunidad, su última oportunidad, mi hijo dio la patada y rompió la tabla. Imagínate la cara de alegría que puse. Se quedó ahí la cosa.

Un gesto generoso que tiene su recompensa

Luego, en la entrega para subir de cinturón cuando le tocó a él no sólo le dieron el cinturón, sino que le dieron también una estrella. Nadie en la escuela había recibido esa estrella al nivel que está mi hijo de siete años. Me quedé mirándolo y, de repente, se pone a llorar. Yo me quedo: ¿Qué pasa? Y voy. Se pone a hablar con un amigo, se medio esconde en la pared y viene corriendo hacia mí.

Nos abrazamos los dos. Fue un abrazo maravilloso, pero le veía a él que era como si hubiese ganado las olimpiadas después de diez años de entrenamiento. Ver un niño de siete años con tanta sensibilidad es una cosa que me dejó absolutamente tocado. Lloré como una magdalena. Todos los del kárate nos miraron como estos dos qué hacen ahí abrazados y llorando.

Los hijos, nuestros mejores maestros

Ignacio Isusi: ¿Qué aprendiste de esto porque tu ibas cabreado como una mona?

Colate: Un regalo. Es como la vida que al final hay cosas que no te esperas. Me dio una alegría tan grande. Paso mucho tiempo a lo mejor pensando si hago demasiado por mi hijo, pero esas cosas son un regalo de la vida. De darle sentido a todo, en mi caso de darle sentido a mi vida. Esa emoción, esa felicidad y esa sensibilidad de mi hijo, esa alegría y al mismo tiempo emoción que tenía me tienen encantado.

Ignacio Isusi: La vida tiene eso. Sorpresas te da la vida.  Creo que los hijos nos enseñan cosas maravillosas. Me encanta esa historia. Te la compartimos a ti porque, al final, aquí todos somos de carne y hueso, humanos y amorosos con nuestros hijos. Aquí seguiremos haciendo grabaciones o compartiendo experiencias y reflexiones, interesantes positivas.

Colate: Siempre positivas. Actitud positiva.

Ignacio Isusi: Chao. Cuídate. Gracias.

 

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