Creo que todo empezó cuando siendo muy niño me quedé colgado a gran altura durante una eternidad en un remonte debido a una avería. Encima no alcancé a bajar la barra de seguridad. Lo recuerdo con horror. La fuerte ventisca me zarandeaba y sentí que podía caer al vacío en cualquier momento y morir. Lloré mucho aquel día.
Dice mi padre que yo era un niño muy VALIENTE. Confieso que siempre me han gustado los desafíos y medirme hasta encontrar mis propios límites. Me siento vivo de esta manera.
Aunque esquío desde los cinco años y me encuentro cómodo en la nieve con mis esquís puestos, todo cambia cuando me desprendo de ellos. Sufro de VÉRTIGO. No puedo explicarte el miedo irracional que me invade cuando apenas me pongo de pie en una silla de la cocina de mi casa para coger algo de un armario.
Así que poco a poco voy tratando de vencer esta fobia. Primero me tiré en paracaídas y ahora he elegido caminar por un caminito estrecho flanqueado por precipicios y por la AMISTAD de Santiago Ulloa y Roger Huget que me han inspirado la CONFIANZA que necesitaba para ser tan VALIENTE como cuando era niño. Gracias amigos.
Una experiencia basada en la valentía, la confianza y la amistad
Aquí estoy en mi paseo matutino en Colorado. batiendo un récord mundial para una persona que tiene un vértigo que te cagas. Estamos en Highlands Peaks a unos 4.000 metros. Puede parecer que no tiene mérito, pero te puedo asegurar que me he cagado en los pantalones. Gracias a mis dos amigos, Santi y Roger hemos conseguido subir. Yo iba en medio, cagadito. Ha habido un tramo en medio muy complicado, pero, aquí estamos.
A veces hay que escuchar a los amigos. La realidad es que casi siempre te quiere maldades, pero hoy me han ayudado mucho. Ahora hay que bajar, eso sí, esquiando. Cuidaros mucho.
Disfruta del día