Y me he dado cuenta de algo muy importante: nuestro sueño familiar personal y profesional, continúa haciéndose realidad.
Llegamos a EEUU, una noche desapacible de Agosto del 2015. Y aún seguimos aquí, con más ilusión incluso, que entonces.
Recuerdo que aquella primera noche llovía y tronaba como si llegara el fin del mundo.
Atrincherado entre las sábanas de la cama de nuestro piso de alquiler, sentí todo el peso de la responsabilidad de iniciar una nueva vida, en un país desconocido, sin amigos ni familia a quien acudir (glug! lo he contado muchas veces)
Confieso que pasé un año muy preocupado. Muchos lunes al sol, sin trabajo y lleno de incertidumbre.
Pero por fin llegó el gran día. Fue cuando conseguí mi primer proyecto y con él, mi primer cheque.
Casualidad, coincidió que mi hija mayor (entonces estudiante adolescente) también recibió aquel día, su primer dinerito por cuidar a unos niños pequeños.
Y nos hicimos esta foto juntos para inmortalizar la emoción de aquel hito memorable.
Cuando miro la escena, siento que aquel día ganamos todos en casa, algo mucho más valioso que dinero:
“ganamos la CONFIANZA necesaria para seguir creyendo en NOSOTROS y en nuestro SUEÑO”