Anoche cenamos en familia fuera de casa para despedir a una de nuestras hijas que regresa a la Universidad.
Hablamos de la importancia de la familia, los mejores valores, la buena educación, los abuelos…
Les decía a mis hijas que el conocimiento nos humaniza y nos ayuda a ser libres y mejores personas.
Conocer nos alimenta el espíritu de la confianza en nosotros mismos y nos ayuda a valorar la belleza que descansa en cada escenario donde la vida se representa. Nos anima a ser compasivos con los demás y con nosotros mismos. Y muchas cosas más…
Pues nuestra hija pequeńa Blanca que es un amor y buena estudiante, al escucharme en la cena, debió de conectarse con algo suyo y se emocionó.
Recuerdo ahora que estas vacaciones hemos jugado por las noches todos juntos al Trivial y ahí nos conectamos irremediablemente con algunas de nuestras limitaciones.
Ya esperando a recibir la cuenta, nos confesó que había pensado proponernos tener una persona que le pudiera ayudar a adquirir más conocimientos sobre literatura, arte, historia…
Este país aunque tiene muchas cosas buenas, le queda margen de maniobra en cultura general básica. Seguramente a todos los países. Y desde luego yo no soy buen profesor de nada.
Coincido en que la riqueza de un país está en la EDUCACIÓN que habita en sus ciudadanos. Y me refiero a aquella en mayúsculas y en el sentido más amplio de la palabra. Es una inquietud que tengo, especialmente desde que fui padre.
Y recuerdo ahora aquella frase maravillosa de Antoine de Saint-Exupéry, que preside mis movimientos como padre principiante (creo que siempre lo seré ?)
““Si quieres construir un barco, no empieces por buscar madera, cortar tablas o distribuir el trabajo. Evoca primero en los hombres y mujeres el anhelo del mar libre y ancho.”
Maravillosa.
Disfruta del día
- 01 Dic 2021
Hoy hace diez años que mi madre falleció víctima del cáncer con 63 años. Durante mucho tiempo he tenido el privilegio de poder