Siempre he creído que llegará un día en el que la educación emocional se habrá instalado definitivamente como asignatura esencial en los sistemas educativos.
La obsolescencia contemporánea de los sistemas actuales es monumental. Así andamos los humanos, buscando alivio (al dolor que nos supone vivirnos) en antidepresivos, antiulcersosos, ansiolíticos…por no hablar de las drogas ilegales y el alcohol.
Algún día aprenderemos a encontrar en la incertidumbre e inseguridad que siempre trae y traerá cualquier vida, la inmensidad de la sabiduría. Disfrutar desde la experiencia inefable que es la vida en realidad, cuando se ha aprendido a aceptar lo que resulta, paradójicamente, casi imposible de aceptar.
Y como dice Tal Ben-Shahar “Aprender que la felicidad no es un código binario, de uno a cero, sino un subir y bajar. Es un viaje impredecible que termina cuando mueres”. Y como suelo decir, aprender a encontrar la ambición para reconstruir el andamiaje herido de esta obra inconclusa que somos los humanos, hasta nuestro último hálito.