Al verla ahora marchitándose, he sentido la necesidad de tomarla en mi mano.
Ya en mi palma, le he susurrado; “cuántas veces en mi vida me he sentido como tú. He sido como tú, una flor hermosa y a la vez marchita”.
Solo un pensamiento que calla el hombre y habla el poeta: la belleza que vive en lo efímero.