Ayer, mi hija adolescente que está de vacaciones, se pasó el día trabajando. Alguien le habló de la posibilidad de ganar 90 euros por hacer una mudanza y allí que se fue con otro amigo.
Debía llevar su coche (que es el mío) para cargar las cajas y moverlas de un domicilio a otro. Aquí pueden conducir desde los 15 años.
Llegó a casa por la noche, agotada y desilusionada. Confesó que después de la experiencia, “no volvería a hacer el trabajo por ese precio”, sin valorar antes el esfuerzo que iba a suponer.
Pero lo que realmente le decepcionó, no fue traer y llevar y cargar y descargar cajas y muebles como si no hubiera mañana. Fue la falta de consideración de los papás treintañeros pagadores del servicio.
“Mientras cargábamos las cajas y ella se tomaba un vino sentada en el sofá, nos dijo que fuéramos en coche a comprarle una pizza”
“¿Y qué hicisteis?”, pregunté.
“Fuimos”, respondió.
Para rematar la faena, les ordenó al final de la jornada, meter toda la vajilla en los armarios de la cocina. Lo hicieron sin rechistar.
No hay cosa que más me indigne que la gente que abusa de la falta de experiencia de un adolescente, de su inocencia y buena fe.
Con todo, estoy convencido de que la experiencia ha sido muy valiosa para mi hija.
Disfruta del día
#ignacioisusi