Confieso que si algo me emociona de EEUU, son los tinglados que organizan para festejar, conmemorar, celebrar, reconocer méritos, etc. Aprovechan la mínima oportunidad que se les presenta en diferentes contextos de la vida cotidiana, para montar una emocionante e inolvidable “americanada”.
Hay que reconocerlo: en esto de organizar macro eventos, son buenos. Expertos organizadores y creadores de magia e ilusión. Nunca falta un artista o dos, para entonar el himno nacional, las palabras conmovedoras de alguien especial, luces, pantallas gigantes, estadios monumentales, ordenadas coreografías, uniformes, banderas, respetuosos silencios, merecidos aplausos…Igual que en las películas.
Todos estos ingredientes contribuyen a crear una atmósfera especial, en la que se mezclan multitud de sentimientos amables que favorecen una conciencia grupal de orgullo de pertenencia y unidad, difícil de describir. Igual que en las películas
He dicho muchas veces que EEUU, como cualquier país, tiene sus cosas buenas y malas. En esto de cuidarse y regalarse protagonismo individual de manera colectiva, en momentos significativos o hitos, son los mejores. Son de película.
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