Aquel 24 de diciembre de 2010, padres, hijos y familiares estábamos sentados a la mesa del comedor de casa. De fondo, el oratorio de Navidad de Bach, que como cada Nochebuena sonaba en la sala de la biblioteca. Lo recuerdo muy emocionado. De alguna manera, sabía que aquella cena en tan señalada fecha sería la última junto a nuestra querida madre.
En aquellos momentos yo quería retener cada palabra, cada gesto, todo… Soñaba con parar el reloj allí mismo, hasta la eternidad, para robar tiempo al tiempo y colmar mi deseo de mantener con vida a nuestra madre un poco más, retrasando en lo posible su inevitable final.
⭐️ (puedes seguir leyendo abajo el artículo que escribí y publicó el Grupo Vocento)
Me ha parecido oportuno traerlo de nuevo en estas fechas navideñas.❤️
Disfruta del día