La noche del sábado, por ejemplo, estuvo cuidando a los hijos de unos vecinos.
“¿Y qué vas a hacer?”, le preguntó mi mujer.
“Fregar platos en un restaurante”, respondió con seguridad.
(se hizo un breve silencio y continuó)
“Mamá, nunca me han pagado por fregar platos” dijo ilusionada y con inocencia.
“A mí tampoco”, respondió con divertida ironía mi mujer, con sus manos hundidas mentalmente en nuestro fregadero de la cocina 😂😂🙏
Cuando llegamos a casa a la hora de la cena, nuestra hija ya estaba en su cama, “reventadita”🙈😀 de agotamiento.
Me parece que estas experiencias que permiten estrenar sentimientos y aprendizajes, son las mejores guías para ir avanzando en el camino de la vida. Enseñan mucho desde múltiples perspectivas
¡A ver qué nos cuenta hoy de su vivencia como “fregadora de platos”! Ya os contaré.😀⭐️
Disfruta del día