Los seres humanos nos pasamos el día tomando decisiones. Lo hacemos de forma inconsciente y consciente.
En algún otro paseo matutino ya indiqué que a mí me suele ir muy bien contar con un pantone de rutinas y habitualidades que me permitan hacer una gestión más eficaz de nuestra energía. Para evitar tomar decisiones irrelevantes y que no nos quiten energía porque ya están resueltas con antelación e instaladas en nuestro día a día.
Hoy reflexiono sobre la importancia de escuchar lo que dice el alma de nuestro corazón, cuando tenemos que tomar alguna decisión importante.
Hacer caso al cerebro siempre es recomendable. Si bien a lo que nos dice esta voz, suele ir bien sumarle lo que nos indica el alma del corazón. ¡Ah! Y que conste que cuando me refiero a ésta última voz, nada tiene que ver con la emoción.
Desde luego, cuando nos sentimos condicionados emocionalmente con alguna decisión, conviene darse el tiempo necesario para que se temple el ánimo y la emoción.