Ayer mientras facturaba en el mostrador de COPA en Panamá, la señorita que atendía le comunicaba a una monjita que su segunda maleta no estaba incluida en su billete y debía abonarla.
La religiosa, con cara de disgusto y sin protestar, procedió a recuperarla con cierta dificultad por el peso. De pronto, un pasajero que estaba viendo la escena en la cola, se acercó al mostrador y dijo a la señorita de la compañía aérea: “por favor cóbreme a mí el importe de la maleta”.
Fueron unos cuarentaitantos dólares.
La monja le dijo: “Muchas gracias señor que Dios le bendiga”.
El hombre respondió: “Que Dios nos bendiga a todos”
El personal del mostrador coreó al unísono: “Eso, eso, a todos a todos” ?
Disfruta del día.