¿Quién no conoce a alguien que en toda incomodidad de la vida, solo ve dramas de dimensiones colosales y de compleja resolución? Seguro que te viene alguien a la mente.
Son humanos que viven atemorizados y arrinconados por las normales vicisitudes que la vida presenta, en la que ellos solo encuentran peligro, dificultad y frustración.
Los problemas de verdad, siempre vienen solos a nuestras vidas. No es necesario invocarlos. ¡Y ojo con hacerlo! que el Universo suele atender sin contemplaciones, este tipo de peticiones “inconscientes”.
En cambio, las incomodidades nos acompañan a diario en nuestro caminar y son condición necesaria para la natural existencia. Acuérdate que ya lo decía Darwin: “no sobreviven los más fuertes o inteligentes, sino los que mejor se adaptan”.
Adaptarse a lo nuevo que la vida nos regala, es una de las mejores llaves que tenemos los humanos para desde el aprendizaje, seguir floreciendo en este -para algunos- “valle de lágrimas”.
Ayer recibí la feliz noticia de que un ser querido, se ha librado de una situación complicada de salud. Eso sí hubiera sido un “problema”. Al menos a priori.
Aunque pienso que todos los problemas cuando se saben abordar con sensatez y diligencia, el tiempo los coloca retrospectivamente, en una categoría distinta.
Con todo, ¡qué útil puede resultar saberse a las puertas de un problema! Supone una oportunidad para rescatar o crear herramientas que nos guían hacia la búsqueda de la mejor solución. Y esto es CRECER.
En fin, lo dicho: no busquemos problemas donde no los hay, ni hagamos problemas de lo que solo son incomodidades 😀
Disfruta del día.