Hay un ejercicio, bien interesante que estoy practicando estos días, con la vocación de experimentar aprendizajes vitales.
Parto de la premisa de que la fiesta de la vida sigue. Y de que todo lo que acontece, es perfecto y necesario. Lo era antes de la pandemia, lo sigue siendo ahora y lo será después (solo es mi opinión).
Así que la posibilidad de pararme en la vida, con una mirada luminosa, es siempre una posibilidad. Es solo que necesito seguir en el aprendizaje de adaptarme en todo momento a las nuevas circunstancias.
He comprobado de nuevo estos días, que tengo una mujer e hijas espectaculares. Ayer las niñas decían, que ellas cuando sean mayores, quieren tener, al menos 3 o 4 hijos. Porque les gusta la “vida Familiar”. Yo les decía en plan paternalista “que me encanta ese deseo”, pero que no olviden que luego hay que “alimentar esas bocas” ?.
Cada día les preparo un plato distinto, en la comida y la cena. En realidad, lo que hago es poner todo mi amor en esa acción. Me encanta verles disfrutar y su cara de sorpresa, cuando dicen “¡papá llevamos sin repetir plato más de 40 días!”
Recuerdo que en mi casa escuchaba a mis padres decir que las cosas hay que hacerlas con cariño y amor. Que para hacerlas “refunfuñando, mejor no hacerlas”.
Disfruta del día.