Hola, buenos días, ¿cómo estás? Aquí sigo en mi paseo matutino, caminando por la vida. Hoy con un calor terrible la verdad, hay una humedad esta semana muy grande. Hoy quería hablarte de las deudas, no de las deudas económicas, o no solo, si no de la deuda en general. A mi en casa me decían que nunca jamás deber dinero a nadie, no deber nada a nadie, pero dinero, eso por descontado, pero mira quiero hablar de esto porque el otro día -mira qué bonito esto, esto es una preciosidad, la verdad- es que ya sabéis que vengo aquí todos los días. Coincido aquí ahora con el vídeo, pero mira qué preciosidad, aprovecho, y además sonando aviones que ahora ya casi hasta me hace ilusión porque hemos estado sin vuelos, sin nada y ahora por lo menos se escucha que hay algo de movimiento. Está como un plato la mar hoy también.
Hay un poco de sargazo, un poco de bastante sargazo, pero bueno, perdona el rollo, pero es que es tan bonito esto, ¿verdad? Bueno a la vuelta voy a volver. Mira, hay un hombre caminando por allá. Voy a venir otra vez. Te decía que hay que hablar de las deudas y lo quiero hacer a través de una anécdota que me pasó. Yo procuro siempre no deber ni siquiera una conversación que tengo con alguien pendiente, cuando digo deudas digo cualquier tipo de deuda. Ya he dicho que de las económicas vamos, no quiero ni pensar, porque eso es algo que yo creo que no podría dormir tranquilo nunca, pero bueno, cada uno tiene su situación, su circunstancia, y que cada uno hace lo que puede. No lo estoy juzgando para nada. Estoy hablando estrictamente de mi.
Pero mira, me pasó que, yo tengo un gran amigo, aprendí algo que quiero compartir. Yo tengo un gran amigo psicólogo, Mario, con el que suelo hablar muchísimo, aprendo mucho con él, he trabajado también con él, hemos trabajado juntos, y el otro día me emplacé a hablar, a tener una conversación, cometí el error de no apuntarlo en la agenda, porque desde esa amistad que tengo con él digo, con Mario no se me pasa que tengo que hablar con él tal día tal hora, y efectivamente pues me surgió una contingencia, se me pasó completamente y no pude hablar con él. Entonces le mandé un mensajito disculpándome y diciéndole que estaba en deuda con él. Y él que es tan listo y tan perspicaz, por supuesto, super amable: “no te preocupes, hablamos cuando quieras, no te sientas culpable y mucho menos en deuda me dice, porque el que se siente en deuda, siente rechazo, hacia la persona que debe algo. Y esa expresión me ha tenido pensando mucho tiempo estos días y creo que tiene mucha razón, en la vida cuando se debe algo a alguien, si te fijas y lo experimentas bien porque eres tu el deudor,
-Hi, how are you? Good moorning,-
Porque eres tu el deudor, o porque te deben a ti, habrás experimentado que esa persona que te debe algo, tiende a alejarse, tiende a sentir rechazo, siente rechazo, y se aleja. En el fondo creo que es un rechazo consigo misma porque se siente culpable y te aleja de su vida y a ti igual te ha pasado igual, teniendo esa sensación de que le debes algo a alguien, tiendes a evitar a esa persona, a evitar esa situación, y de alguna manera a rechazarla, yo pensaba que, que injusto, encima que en este caso no había empezado a sentir rechazo con mi amigo Mario, nada más lejos, pero si me sirvió para trasladar esa situación a momentos de mi vida. En las que he podido sentir que alguien me debía algo a mi, y no entendía por qué esa persona se había alejado, y viceversa quizás, en algún momento que yo también he podido tener un compromiso de hacer algo y no lo he hecho y de alguna manera me ha puesto a pensarlo y efectivamente, pues he querido reparar cuanto antes, porque las sensaciones que se tienen no son agradables, no son agradables, bueno, nada más, solamente quería compartirte esta reflexión, por si te resulta de alguna utilidad y que sigamos aquí caminando por la vida y viéndonos cada día en este paseo matutino que a mi me ayuda tanto, y del que aprendo tanto, de todos vosotros. Más allá de mi acción ventilatoria que para mi es esencial. Nada más, que tengas un gran día. Cuídate mucho, chao!