8:00am.
-¿Pero por qué cambian la calle si no hacía falta?-, preguntaba con extrañeza a nadie mientras apuntaba la mirada en dirección a la nada una señora de… ¿Mediana edad? Llevaba puesto un aspecto del todo impecable y mucha firmeza en su caminar. De repente, ya fuera del portal, las prisas de la ejecutiva, se abrían camino entre una legión de blue collars made in Spain, que se afanaba por taladrar con estruendo, las baldosas del suelo de Fortuny. Así que sus taconazos, se chocaban con el suelo hecho trizas, hasta doblegar la seguridad de sus pasos. Más tarde, a la hora del almuerzo, (que en España es religión) coincidí en el Aliño de Rafael Calvo con el sudor y el merecido descanso del esfuerzo de los currelas.
-¿Qué os pongo chicos?-preguntó la camarera con cercanía
– De buen humor-, le respondió el más veterano.
Ella le sonreía a la cara.
-¡Ole y ole!- grité en silencio: “Esta es la España de mis amores”.
Nuestros obreros y camareros son imbatibles, profesiones duras y poco consideradas. Este post es para ellos. Por cierto, las nuevas baldosas ya colocadas en tiempo récord y sardinel, presentaban un perfecto estado de revista, sin embargo ¿por qué cambiaron las “viejas”, si estaban nuevas? Cosas de políticos supongo.