Hola cómo estás, bueno aquí estoy un día más, hoy definitivamente lloviendo, un día desapacible, pero si te digo la verdad, aquí que vivimos en Miami hace mucho calor casi todos los días, y yo agradezco mucho esta lluvia. Un día, como digo yo, muy vasco, y la lluvia ya sabes además, que leí que hay que consentirla, y creo que seguramente todo lo que tenga que ver con la naturaleza, que venga de la naturaleza, hay que consentirlo y agradecerlo, a mi me gusta por lo menos pensar así. Hoy venía con una reflexión que tiene que ver con el esfuerzo, creo que aplica muy bien para las familias, pero creo que también aplica muy bien para el mundo laboral.
Me lo hizo ver alguien el otro día cuando hablaba yo de la exigencia y me encantó un comentario que hizo en el que decía que el esfuerzo no es negociable, y que la exigencia si. Y que a nuestros hijos hay que exigirles todo lo que ellos puedan esforzarse, lo que están capacitados para esforzarse. Me pareció una diferenciación muy interesante, la diferencia, la distinción entre exigencia y esfuerzo.
Y nada más, solamente te lo quería compartir, es una reflexión muy breve, muy sencilla, pero que yo creo que si lo hubiera descubierto en otros momentos de mi vida, más tempranos como suelo decir, me hubiera venido muy bien. Me hubiera ahorrado muchos disgustos, y seguramente hubiera ahorrado muchos disgustos a personas que han trabajado para mi e incluso a mis hijas. Esto creo que lo he hablado en alguna otra ocasión pero creo que no me voy a cansar nunca, porque ha sido uno de esos aprendizajes muy reveladores. Bueno, nada más, que tengas un gran día, y a seguir empapándome. Cuídate mucho. Chao!