Todos los años mi padre y hermanos solemos juntarnos un fin de semana para hacer unas jornadas de montaña en familia. Es el llamado “Memorial Marisa Garteiz”. Un homenaje a nuestra madre ya fallecida. Lo hacemos cada año desde que un cáncer devastador se la llevó.
Pues ayer, me envía mi héroe estas imágenes desde la cima de Mauberme, diciéndome que me echaban de menos. Este año al igual que el pasado, tampoco he podido salir de EEUU porque mi cambio de estatus jurídico no me lo permite aún. Sigo atrapado.
A veces pienso, que el mundo que llevo dentro de mí, necesita aprender a ganar en paciencia. Esa que demanda el Universo en su reloj perfecto del tiempo. De otra manera, es difícil aceptar emocionalmente esta situación de espera e incertidumbre.
Bueno, pues el Mauberme, es el monte más alto del Valle de Arán. Son unos fenómenos. Sobre todo mi padre que es mi héroe y el de mis cuatro hermanos y está en plena forma para su edad. El médico le dijo una vez que ni se le ocurriera competir con la juventud de sus hijos en estos ascensos. Y él obedece pero se pica 😂.
Cuando estoy triste, tiendo a regodearme involuntariamente en la belleza que tiene la melancolía. Busco por ahí edulcorar mi desconsuelo. Así que por la tarde huí al teatro a refugiarme, a ver “Frida Mía”.
Me resultó una obra conmovedora y del todo maravillosa. Y esas cosas de la mente, mi pensamiento se debatía entre estar presente o perderme en el recuerdo de mi madre, que se declaraba siempre “fan de la vida” porque a ella le gustaba mucho vivir.
Y entonces escuché a Frida Kahlo gritar con todo su desgarro “¡cómo me voy a morir si estoy tan viva!
Y pienso ahora, que también en la tristeza encontré siempre una luz de belleza que me ilumina y reconforta el corazón. Y me recuerda que quizás, aún hoy, mi alma siga siendo un poco, la de un anónimo poeta.
Disfruta del día