“Los niños comienzan por amar a los padres. Cuando ya han crecido los juzgan y, algunas veces, hasta los perdonan”, decía mi admirado Oscar Wilde. Estos días, mi vida transcurrirá subido en mi BMW, entre acantilados maravillosos de tierras de Irlanda.
Y lo mejor de todo es que lo hago en compañía de mi padre, un hermano y buenos amigos. Este “tiempo de silencio” representa una oportunidad magnífica para reflexionar, ordenar ideas, y sentar las bases de algún nuevo proyecto personal o profesional. También para agradecer el privilegio del que disfruto cada día y aprender de las conversaciones con mis compañeros de viaje.
Aprender a perdonarse a uno mismo
Así que pensaba al despertar, en esta frase que encabeza mi post y en mi relación con el PERDÓN. Recordaba que en otro tiempo pasado, me sentía resentido con algunas personas, a las que me costó perdonar.
Aunque el esfuerzo mayor lo tuve que hacer en aprender a perdonarme a mí mismo. Los humanos como yo, somos implacables con nuestros sentimientos de culpa a la hora de castigar los propios errores.
Evocaba ahora una canción que me gusta de Manolo Quijano, y se titula PERDONARME. También, que en Miami suelo tomar prestada su tabla de paddle surf para surcar las aguas entre los manglares de Key Biscayne. ¡Qué mente tengo! ?
Disfruta del día.