Ayer tuve un día de esos grises y tristones. De los que te quedarías en la cama porque estás sin fuerzas para salir a la calle a jugar con la vida.?
Pero me levanté y miré por la ventana. Llovía a cántaros y no había apenas luz. Me recordó a los días de invierno de Vitoria que parece que te han puesto un gotero en el brazo con «El libro del desasosiego», de Pessoa.
Y salí a correr con las ganas arrastrándose por el suelo y empapado.
Mi «yo» interior
Mientras avanzaba, lloraba en mi interior como un niño. Yo al mismo tiempo, mantenía otra conversación privada conmigo. Mi yo alegre le decía al triste:
«No te vas a parar cabrX%»
«¡Aquí seguimos hasta el final!»
Logré terminar y aunque reventado, me sentí bien. Luego leí varios emails. En ellos, se expresaban cosas buenas que adivináis en mi persona por las reflexiones que comparto. Sin embargo, no pienses que yo siempre estoy feliz y que mi vida es alegría y paz todo el rato.
Yo también tengo mis preocupaciones y dificultades para vivirme. Te confieso que soy mejor ayudando a otros que a mí mismo.
No soy una persona ejemplar
No querría transmitirte una imagen de que soy una persona ejemplar. De verdad que no lo soy. Vivir la vida de manera plena creo que solo está al alcance de los sabios. Yo no lo soy.
Disfruta del día.