Y me he sentido como cuando hace años regaba con mis hijas unas plantas que teníamos en nuestro huerto urbanita de Vitoria.
Nos encantaba observar cómo crecían los tomates. Era un juego natural y sencillo.
Luego he ido a mi oficina, que es la naturaleza. A caminar y preparar en mi mente y en mi corazón una charla que doy este miércoles al equipo de una corporación. ¡Ah! Y me he bañado en un lugar precioso.
Hablaré sobre la resiliencia y sobre el Amor. Hay que hablar más del Amor en las empresas y fuera de ellas.
Por la tarde, he caminado más de 3 horas envuelto en la melodía de un audiolibro que remueve el pensamiento y los sentimientos. Hablaba de Amor.
Y seguido he comprado 12 rosas para mi mujer y un pavo gigante para el jueves, que es Acción de Gracias.
He regresado a casa en Uber con un cubano profeta y muy devoto que aunque le dicen Rambo porque de joven estaba muy fuerte, se llama Lázaro.
Me ha hablado todo el recorrido del Amor y del perdón.
“¿Nunca pensó en ser sacerdote?“he preguntado.
“Muchas veces. Pero es que me gustaban mucho las mujeres…”
La vida es maravillosa