Hola buenos días, ¿cómo estás? Aquí sigo en mi paseo matutino, un día más. Mira, hoy con ganas de compartir contigo una reflexión que tiene que ver con el sufrimiento, lo quiero hacer porque ayer lo hablé con un amigo mío, que es para mi una de las personas más sabias que conozco, Roberto de Inocencio, médico psiquiatra, al que yo quiero muchísimo y del que he aprendido muchísimo y aprendo cada día.
Ayer le pregunte que por qué hay personas que viven asentadas en el victimismo, una suerte de sufrimiento constante. Ahí coincidíamos en que puede haber una herencia judeocristiana, casi tema cultural, que ya sabes que cuando se vive en el martirio, martirizándose uno en su vida, en su día a día, pudiera ser que tiene la idea de que en el más allá va a tener una entrada mucho más factible, mucho más benévola, va a tener un atajo. Pero al margen de esto, él me decía que el sufrimiento para él es cautivador y avasalla, y en la línea, es cautivador en su doble perspectiva, que me encantó, de que te captura de alguna manera, y de que te seduce. Es cautivador en esa perspectiva de la seducción.
Yo suelo decir que hay un componente adictivo en ello. Concluíamos que para poder superar el sufrimiento, una palabra que yo digo tantas veces, indefectiblemente o irremediablemente es necesario ser una persona ambiciosa. Y me encantó. Yo cuando lo escuche le pregunté que por qué. Claro, ¿qué fuerza hace falta que solo puede dar la ambición, de querer entrar a reparar, a concluir, a arreglar, a hacer sentido de aquello que hirió, de aquello que me ha hecho daño, de aquello que me ha hecho sufrir?. Pues eso además comporta, yo creo, una suerte de valentía especial. Y no todo el mundo está preparado, de ahí que la gente yo creo que prefiere muchas veces plantearse si quiera, si en algún recóndito lugar del alma existe una mínima gota de ambición, pues para poder sortear este sufrimiento.
Nada más, solamente trasladar esta reflexión, por si a ti te invita también a reflexionar, sobre tus sufrimientos, sobre la de las otras personas que tengas en tu vida y seguir creciendo juntos. Nada más, te mando un abrazo grande. Bueno, chao! Sin sufrimientos eh. ¡Cuídate!