Hola, ¿cómo estás? Aquí estoy en mi paseo matutino. Hoy quería compartir contigo este pensamiento en voz alta que siempre viaja conmigo. Desde una perspectiva muy poética o poética, se suele decir que todas las personas tenemos música. Tenemos música interior. Tenemos una gran música. Una música muy bella en el interior.
Desafortunadamente, la mayoría de las personas se mueren sin haber conocido cómo suena esa propia música. Desde luego, también sin que los demás, las personas a las que se han querido, no lo hayan podido descubrir tampoco, o al menos no en su plenitud. Esto me has oído hablar muchas veces, que he estado acompañando a enfermos de cáncer, y sigo, ahora en menor medida, en Estados Unidos. Y siempre, me he dado cuenta de eso, me ha llamado mucho la atención como muchísimas personas se iban de este mundo sin haber realmente encontrado o haber compartido su propia música interior. Y seguramente, por una falta de herramientas o una dificultad o falta de aprendizaje para poder hacerlo.
Yo siempre pienso que una forma de encontrarse con esa música interior y de poderla compartir al mundo, creo que a mi juicio es casi una misión de vida, porque me permite ser feliz o vivirme en unos mayores términos de bienestar o de autenticidad. El estar viviendo desde esa música y para esa música, que seguramente sea el amor. Tan sencillo como eso, y yo digo, y tan complicado. A mi, ha habido gente que me ha dicho que siempre le ha llamado muchísimo la atención que por qué tengo tan buenas relaciones con casi todo el mundo que conozco. No se si es una facilidad o que siempre veo la parte buena de las personas. Es que para mi no hay otra solución. Yo creo que las relaciones entre humanos, las relaciones interpersonales, creo que requieren de una actitud y una predisposición, sobre todo por las personas que somos conscientes de la importancia de esa música, de tratar de hacer que la música del otro suene. Que suene. Y escucharla. Y que se sienta comprendido y acercarle a su propia música.
Y en definitiva, yo digo muchas veces que hay una responsabilidad psíquica para con los demás de tratar de hacer, de sacar lo mejor de cada uno. Y desde ahí seguramente, a mi me funciona, pues sale lo mejor de mi. Yo creo que eso tiene que ver con mi misión en la vida. Estando en los demás. Tratando de provocar aprendizajes, de inspirar, en la medida de lo que yo puedo hacer, eso a mi me comporta un bienestar y un sentido. Creo que si todos operásemos desde esa perspectiva, o poniéndole un poco más de energía, seguramente nuestra vida cobraría otro color y otra música. Habría otra melodía. Nuestra propia melodía. La que suena en nuestro interior. Hoy estoy muy poeta como ves, pero bueno, quería compartir esta reflexión, un tanto enrevesada, como digo yo, pero que igual te resulta de algún interés. Creo que nos puede ayudar a todos a aprender a relacionarnos mejor, con todas aquellas de nuestra vida.
Cuídate, que tengas un gran día. Chao!