Con mis dos primeros enfados no me costó demasiado pedir perdón. A pesar de que no era lo que me pedía una parte de mi ser, el corazón lo tenía claro: me había equivocado.
Encontré alivio y paz al reconocer mi error y pedir perdón a quien correspondía.
Sin embargo, el tercer enfado está resultando el más complicado de resolver. Este tiene que ver con los otros dos enfados anteriores:
– Estoy enfadado por haberme enfadado –
Y creía que había madurado lo suficiente y crecido y resuelto algunas cuestiones de mi ego que en tiempos pasados me habían llevado a callejones sin salida.
Y escribo este post para poner un poco de luz en mi propia decepción.
Y pienso que sigo siendo duro e inflexible conmigo mismo. Creo que es porque tengo una imagen de mí a la que otorgo demasiada importancia y relevancia.
Y lo cuento aquí a todos vosotros para mostrar mi vergüenza y así aprender a quitarme importancia y vivir con más liviandad y sencillez.
¡Cómo me cuesta perdonarme! ?
Gracias por acompañarme