Siempre he pensado que el infierno tiene que ser muy parecido a un cocktail eterno. Sin embargo, anoche sentí estar como en el cielo y en paz, al verificar que estamos acercándonos al final de este túnel pandémico. ¡Por fin!?
Coincidí con un joven emprendedor que trabajaba con influencers que tienen millones de seguidores. Desprendía la misma ilusión y ambición que yo me recuerdo a su edad, cuando me iniciaba en el mundo de los negocios.
Entretenidos en la conversación le presenté a un gran amigo, empresario exitoso. Fue gracioso porque no dudó en pedirle su número de teléfono con cierta soltura. Y tampoco dudó en no pedírselo a quien te habla, que soy yo ?. Se ve que pensó que yo no era su target de interés. Y sin embargo, no reparó en la posible valía de mi red de contactos. ¡A la vista estaba!
A estas alturas de la película de mi vida, me hizo gracia su “despiste”. Yo a su edad creo que no hubiera subestimado el teléfono de nadie.
Aprendí pronto que las oportunidades aparecen en los lugares y de la mano de las personas que menos esperas.
Disfruta del día