A lo largo de mi vida, me he encontrado con todo tipo de profesionales en diferentes contextos, bien en clientes externos, internos, proveedores… Sin duda alguna de todo hay en la viña del señor.
Pero hay una raza de “profesional”, que confieso pone a prueba mi paciencia. Yo le llamo “el profesional mezquino” 😂.
Malos “profesionales”
Es una especie deplorable de ser inhumano 😂 que pertenece a la fauna de aquellos que carecen de nobleza de espíritu. Además, son (en el fondo de su corazón) desdichados, rácanos en su vocación de servicio y de alma infeliz, por razones de su historia de vida.
Sienten una suerte de satisfacción cuando consiguen eludir su responsabilidad y al mismo tiempo, perciben que boicotean tu necesidad de ser ayudado. Lo peor de todo, es que lo suelen hacer con una sonrisa falsa en su jeta.
En mi paseo de hoy, pienso en voz alta sobre este tema y te propongo una solución eficaz para doblegar la voluntad del profesional mezquino.
Como casi siempre, trato de hacerlo en clave de humor. Que también ellos necesitan de nuestra compasión y amor.
Aquí estoy caminando por la vida un día más en mi paseo matutino. Bueno, no he elegido este día que hace tan malo, con mucho viento.
Hoy quería hablarte del “mal profesional” y, muy particularmente, de una raza de malos profesionales que, a mi juicio, lideran este rebaño de amiguitos de lo que supone el mal profesional, de la gente que no sabe desempeñar su trabajo con la calidad, eficiencia o eficacia que corresponde, es en concreto, el profesional mezquino.
Yo lo he bautizado así hace muchos años. Para mí es el peor tipo de mal profesional que existe. Voy a hacer una pequeña definición de lo que es para mí esta persona. Os voy a decir por qué os hablo de ello. Voy a proponer alguna solución para combatir a esta raza de mal profesional.
El profesional Mezquino
El profesional mezquino es una persona que carece absolutamente de nobleza de espíritu. Es una persona que brilla por su falta de generosidad a la hora de colaborar, a la hora de ayudar a esa persona. Es plenamente consciente de que tiene la obligación de presentar la ayuda, el servicio, la colaboración que le demandas, pero, por alguna razón, que obedece seguramente a su historia de vida, decide no sólo no ayudarte, sino que decide, con una sonrisa casi siempre puesta en la cara, botar el balón, trasladar la responsabilidad a otra persona, a chutar en la pelota más alta delante o hacia delante. En definitiva, nunca comprometerse a resolver o ayudar o a intentar hacerlo. Por el contrario, trata de que pienses o de hacerte pensar que es ella o él es quien te ha intentado ayudar, que ha hecho todo lo posible, todo lo que está en su mano, pero que, como ves, conforme a las explicaciones que te da, al rollo que te cuenta, no es posible.
Estas personas son treméndamente ingratas, de alguna manera saben perfectamente que pueden y deben ayudarte, pero simplemente no quieren ayudarte, por la razón que sea.
Yo cuando era más joven solía sucumbir y me retiraba y buscaba otra vía de solución, pero es verdad que con el tiempo y, seguramente por la experiencia de la edad, me divierte mucho jugar con el profesional mezquino. Lo que hago es jugar con sus mismas reglas, no lo dejó escapar. Estas personas pretenden siempre agotarte o que tu paciencia se rinda y yo nunca me rindo con esta gente. Lo que hago habitualmente es bombardearles a preguntas. Esa es la solución que yo te propongo: hay que bombardear esas preguntas. Yo incluso pongo un poco cara de tonto y, normalmente, imito su propia sonrisa y entonces lo que hago es trasladarle: “así? Y entonces cómo, y entonces cómo?…” y así lo que voy haciendo es acorralando en su propia falsa. Porque son personas inteligentes, pero no tanto, porque normalmente subestiman la inteligencia de los demás.
Yo voy por ahí, como se suele decir, vulgarmente achicharrándoles a preguntas hasta que al final los vas acorralando y no les queda más remedio que ponerse rojos, casi siempre, y hacerlo que corresponda para encontrar una solución. Al final es ponerles en evidencia.
La resistencia pasiva
Os cuento esto porque esto es habitual. A mí me suele pasar. Tradicionalmente me ha pasado en mi otra época de empresario, me pasaba con alguien que trabajaba para mi equipo. Pero es verdad que esa gente acaba durando un poco, porque es lo que también alguien llamó su día la resistencia pasiva que es la que tienes dentro de casa. Es esa gente que, en lugar de colaborar, de estar a favor del espectáculo, de tener una vocación de servicio de ayuda, de generosidad, de levantar las manos el primero como voluntario para ayudar, para contribuir, para enriquecer. Todo lo contrario, están buscando cómo escaquearse constantemente.
Nada más, solamente quería compartir este pensamiento en voz alta, quizás un tanto desordenado, como suelo decir, pero que espero que te resulte de alguna utilidad.
Sobre todo, ya sabes, al profesional mezquino hay que bombardearle a preguntas con cara como de tonto, como que uno no supiera que estuviera tratando de querer comprenderlo pero de alguna manera hacer que cambie la posición del balón y que asuma su responsabilidad, que deje de botar la pelota, que deje de pasarla y que tome el balón. Es lo que yo te propongo hoy en este paseo matutino.
Que tengas un gran día.
Chao. Cuídate.