Tengo dos buenos amigos que ahora mismo están surcando los mares en travesía colosal. Nos envían esta foto preciosa. Son unos valientes admirables la verdad. Mis héroes 😀.
Además me siento afortunado porque pienso que puedo revivir recuerdos y aprendizajes con muchas personas que se distinguen por haber realizado al menos una hazaña extraordinaria, con gran valor.
No me olvido, por ejemplo, de la mirada de mi madre cuando le quedaban pocas horas de vida.
Estaba sentada en su cama de hospital. Le sentía agotada de luchar tanto. Sé que ella intuía que llegaba su final. Esa mirada la había visto antes muchas veces, en otros pacientes de cáncer.
Pienso ahora con el transcurso de los años, que la vida de mi madre estuvo plagada de hazañas. Su vida cotidiana era seguramente una hazaña en sí misma. Mi padre me dijo una vez que el día a día de su mujer (mi madre) era “toda una obra de arte”.
De pronto, su mirada se serenó como si en un segundo, hubiera comprendido su vida entera. Le sentí reconciliada, en paz y con toda su dignidad intacta. Luego se metió en la cama y cerró sus ojos para siempre
Creo que mi madre supo enfrentar su enfermedad y su muerte con una valentía poco frecuente, diría casi que de manera ejemplar.
De esa mirada última, aprendí que la dignidad nos debe pertenecer siempre y nada ni nadie nos la debe arrebatar.
Muy especialmente cuando como sucedió con mi madre, se ha sabido vivir bien.
Sigamos navegando la vida con ilusión, rumbo a Ítaca.
Disfruta del día