Con todo, aprender a ser impecable en la vida me resulta fundamental y un objetivo existencial de primera magnitud. Seguramente porque considero que comporta una suerte de respeto hacia uno mismo y hacia los demás.
Pienso además, que las personas con conductas intachables viven la vida reconfortados y en paz. Y saben provocar similares sentimientos en quienes se benefician de esa particular forma de ser.
Rodearse de personas impecables a las que resulta complicado reprochar sus comportamientos, no tiene precio.
Diría incluso que la impecabilidad es una cualidad propia de los auténticos líderes, de quienes aprendieron a ejercer el liderazgo de verdad.
Frente a esta condición, encontramos la vulgar mediocridad que se expresa sin los mínimos estándares de valor y abusando de la brocha gorda. Aunque de ella, ya hablaré en otro paseo matutino, que seguro que nos da mucho juego 😂
Muchas gracias Juan González Herrero por inspirarme esta reflexión
Disfruta del día