Un Recuerdo Entrañable
Regresar a mi infancia en Vitoria en estas fechas Navideñas de invierno gélido para sentir de nuevo el recuerdo del calor de la mano de mi madre tomando la mía cuando cruzábamos la calle de mi casa para ir a comprar castañas, me resulta del todo entrañable.
Cuando veo el puesto de castañas y siento que me llega el aroma a carbón, me emociono de ternura y solo tengo que detenerme frente a él para comprar una docena, sacarlas del cucurucho de papel que las envuelve (antiguamente de periódico, hoy de estraza) y meterlas en el bolsillo de mi pantalón de pana preferido, para como decía ella “puedas sentir el calorcito en la pierna mientras te las vas comiendo”.
Porque la búsqueda del AFECTO de nuestros padres es seguramente un vestigio que nos persigue toda la vida, como le escuché decir en una ocasión a mi amigo el psiquiatra Roberto de Inocencio. Hoy quería compartirte este recuerdo personal de mi niñez que me gusta revivir de adulto cada Navidad.
Un abrazo afectuoso. Disfruta del día.