A vueltas con el coronavirus dichoso, parece que el mundo ya empieza a ponerse ¿un poco? nervioso.
Esta sensación, me llevaba al pensamiento de que algún día, nos va a venir un tsunami planetario en forma de pandemia letal, y aquí no va a quedar ni el tatos.
Como nos creemos inmortales, la naturaleza ya se encarga de vez en cuando de ponernos en nuestra finitud. Y sin avisar.
Mientras llega, la mayoría de los humanos sigue aletargada pasando de puntillas por su efímera existencia, como un trozo de carne con ojos.
Que bastante tiene el humano del rebaño con sobrevivir, como para ponerse a pensar en elevarse hasta la cima de la pirámide de Maslow.
Y parece que quien más y quien menos, y a la altura de las posibilidades que su músculo cerebral le permite, mueve sus ganas de vivir adoptando un propósito vital que le otorga un sentido a su existencia, cogido con alfileres.
Creo que cuando no hay propósito del estómago o del alma, solo queda la dolorosa oscuridad de estar muerto en vida.
Y me pregunto una bobada:
¿Se habrá ocupado alguien de CREAR un propósito para la HUMANIDAD?
Porque a mí me parece que evolucionamos con tanta arrogancia colectiva como ceguera en la altura de miras.
Disfruta del día