Uno de los aprendizajes más inspiradores y esenciales de mi experiencia personal y profesional fue gracias al cáncer.
Cuando empecé a acompañar a pacientes con esta enfermedad, descubrí que algunas personas vivían afincados en su pasado, otras obsesionadas con su futuro y unas pocas en el presente.
Comprendí, que para desplegarnos en la vida, con la dosis recomendable de solvencia, bienestar y plenitud (cada cual tiene su justa medida), necesitamos aprender a poner los ojos del presente, en nuestra vida pasada.
Y al mirar atrás, desde este lugar de la existencia en la que acumulamos más experiencia, poder facilitarnos nuevos sentidos que en tiempos pretéritos resultó imposible adquirir.
Y ya con estas nuevas comprensiones, catapultarnos reconciliados con nuestro pasado, hacia el futuro, desde un tiempo presente renovado y con la mochila del alma, libre de exceso de equipaje.
No es fácil esta manera de vivir nuestra relación con el tiempo. Así los humanos hemos arbitrado frases tan célebres como desafortunadas.
Son sentencias que solo sirven para obstaculizar aprendizajes, sin resolver nuestras incompetencias.
Recuerda aquella que anima a nunca dar un paso atrás, ni siquiera para tomar impulso 🙈
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