Hay anécdotas cotidianas que se repiten de manera inexorable en ambas realidades familiares.
Por ejemplo, cada vez que trato de beber un vaso de agua, me resulta una odisea porque el armario de la cocina está vacío. Todos se acumulan perdidos en los cuartos de mis hijas.
También voy apagando luces por la casa como si fuera mi profesión (la historia se repite)
Anoche, me sonreía al regresar de mi función de teatro en mi coche. Pensaba que aunque es mi coche, cada vez que lo voy a usar, se lo tengo que pedir prestado a una de mis hijas que lo usa como si fuera de su exclusiva pertenencia.
Es el coche de las sorpresitas. Siempre que me subo en él, se ilumina alguna alarma. Casi siempre el de la gasolina o presión de neumáticos. Ayer saltó uno nuevo de color rojo peligro. El que indica la necesidad de revisar los “FRENOS” 🙈.
Se lo digo a mi hija al llegar a casa temblando y me dice sin inmutarse que lleva apareciendo varios días pero como no sabía lo que significaba…Mi padre me hubiera estrangulado con esa respuesta 😂.
Creo que actué con prodigiosa serenidad. Estos años he ganado en serenidad y al hacerlo también ha mejorado mi claridad.
Disfruta del día