Estas gafas pertenecen a un familiar muy querido. Su cabeza hace tiempo que no está con nosotros por culpa de una enfermedad pero a veces su sonrisa decide regresar desde su laberinto perdido, para abrazar nuestros mejores recuerdos, sobre todo cuando le invitas a venir con alguna excusa divertida.
Y observo la foto y pienso en que el paso del tiempo olvidó estas gafas en un cajón y me las puse ayer para precisamente acercar una sonrisa.
También evoco la generosidad que comporta aprender a mirar a los demás con las diferentes gafas que llevan puestas en cada momento de la vida. Comprender que todos somos responsables con nuestra propia coherencia y que en ocasiones nos alejamos del amor por no saber mirar con los ojos del otro. Es un gesto de empatía integral que comporta compasión infinita. Olvidarse de uno mismo para estar en el otro. Y desde ahí, poder compenetrarse y transformar el desencuentro en amor verdadero y compartido.
Un abrazo afectuoso. Disfruta del día.